Colza, cártamo y camelina se integran a los esquemas productivos como materia prima para combustibles renovables, en un modelo trazable y con alianzas globales. En vastas regiones agrícolas de la Argentina, durante años el invierno fue sinónimo de pausa. Los barbechos invernales, si bien necesarios para algunos manejos, representaban tiempos muertos para la fotosíntesis, la captura de carbono y la rentabilidad. Pero el paradigma empieza a cambiar. Lo que antes era superficie ociosa, hoy se convierte en la cuna de una nueva agricultura: una que mira hacia la energía, la rotación inteligente y la salud del suelo.
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