Los sectores de la molinería de trigo y también los matarifes y la industria frigorífica han empezado a reclamar que el Estado retome sus tareas de control de la informalidad y la competencia desleal, una tarea de la que la ex Secretaría de Agricultura desertó casi por completo en el gobierno de Alberto y Cristina, cuando la ex ONCCA estuvo a cargo del contador Luciano Zarich, al artífice principal del cepo a la exportación de carne. Para decirlo con total claridad: esa gestión estuvo mucho más preocupada por controlar a quienes exportaban que a quienes evadían. Ahora la economía aprieta, las ventas al mercado doméstico caen, y para los frigoríficos y molinos se está volviendo a convertir en un dolor de cabeza la competencia de operadores informales, que vulneran las normas impositivas, sanitarias y laborales. El negro crece y esto ha sido expresado como preocupación en distintos comunicados de FIFRA (frigoríficos regionales), la Cámara de Matarifes Camya y hasta por la FAIM (Federación de la Industria Molinera).
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