Mediante seguidores y likes, Telegram es el “gran bazar” de los estafadores y ciberdelincuentes, ya que habilita canales públicos, grupos y bots con miles de participantes anónimos. A diferencia de la Deep y Dark Web, Telegram es un servicio válido, legítimo, accesible y fácil de usar que, además, no sufre la fiscalización de programas antivirus, antimalware o herramientas de gestión y administración de amenazas. Por ende, no experimenta bloqueos, salvo en ocasiones en lo que respecta a cuestiones puramente ideológicas.
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