A pesar de ser uno de los países más pobres de América del Sur, Bolivia logró controlar el aumento de los precios de los alimentos a través de políticas públicas implementadas durante los últimos 15 años que apuntaron a abastecer el mercado interno y romper el ciclo inflacionario que afecta a varios países de América Latina. Ahora, sin embargo, el elevado déficit fiscal, bastante mayor al que vivió Argentina durante la última década, está provocando que el país atraviese una crisis que hace que -en un país en el que el precio de la divisa está fijado por el Estado- los dólares escaseen en la economía boliviana. Esto impacta la inflación, cuya tasa anual alcanzó el 9,5% en noviembre, un nivel alto para los estándares bolivianos y que ya está generando irritación entre la población local, en medio de disputas políticas en el gobierno. Este fue el nivel más alto desde septiembre de 2011, cuando la inflación se situó en 9,9% interanual.
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