Cada vez que la Comisión inicia una negociación de una nueva PAC o se inicia un nuevo programa de trabajo, la sencillez es la palabra, que como un mantra, repiten los mandatarios y funcionarios de Bruselas. Sin embargo, asombrosamente, cuánto más se repite la palabra, más burocracia llega. Por no echar muy atrás la memoria, la última reforma de la PAC es una prueba de ello. Los funcionarios comunitarios se habrán quitado gran parte de la burocracia, pero a costa de mandarla a los funcionarios nacionales (y autonómicos como en el caso de España) y a los agricultores y ganaderos. Quizás sea un problema de mal entendimiento y que cuando en Bruselas hablan de sencillez no están pensando en la sencillez para el administrado.
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