Para fabricar las células solares que, según las proyecciones, se convertirán en la mayor fuente de electricidad del mundo en 2031, primero se funde arena hasta que parece trozos de grafito. A continuación, se refina hasta que las impurezas se reducen a solo un átomo por cada 100 millones: una forma de silicio elemental conocida como polisilicio. Es tan vital para la producción de paneles solares que se puede comparar con el papel del petróleo crudo en la fabricación de gasolina. A continuación, el polisilicio se extrae hasta formar un enorme cristal, parecido a una escultura de acero de Jeff Koons de una salchicha, antes de cortarlo en obleas tan finas como un salami. A continuación, se tratan, se imprimen con electrodos y, por último, se colocan entre vidrios.
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